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CRONICA DE UN ASALTO A UN BANCO (PARTE II)




Y ESPERO QUE LA ULTIMA, AUNQUE EN LA VIDA NUNCA SE SABE.

Leí un libro cierta vez , EL TELAR DE LA HISTORIA, donde la idea central era justamente esa.
La Historia es un enorme telar que va entretejiendo el devenir y que las fibras a tejer la componemos nosotros, los hombres y nuestros actos. Así, desde comerse un asado, (me siguen gustando las utopías), hasta portarse heroica y valientemente en un combate que puede cambiar el esquema de una sociedad, para este enorme telar son sólo fibras que va entretejiendo según un diseño que nadie hace o todos hacemos sin darnos cuenta. Por  eso es imposible, según ese concepto los viajes en el tiempo, sobretodo al pasado. Si tal cosa fuera posible y el que viaja no puede comerse el asado que trascurrió en un pasado remoto, faltaría ese pedacito de fibra y todo el diseño se iría al carajo. Y el presente de donde, teóricamente siempre, hubiera salido ese viajero, al regresar de su viaje sería completamente distinto al que dejó al partir. La cosa cambiaría si pudiéramos ir hacia el futuro. Como nuestro presente es el pasado de ese futuro estaríamos en condiciones de hacer, o no hacer tal cosa y se volvería a cambiar el diseño. Pero dejemos todo este relajo teórico para los que realmente saben de estas milongas y terminemos aquí nomás la payada.
Lo importante es la idea del telar y de cómo, sin darnos cuentas nuestras vidas y hechos se han ido entretejiendo y sólo ahora, ya trascurrido el tiempo y llegado que nos ha la veteranía, (odio decir la vejez), podemos pararnos y cogoteando un poco mirar para atrás y ver el diseño que salió (LA HISTORIA). La anécdota, intrascendente para la HISTORIA UNVERSAL, ( en la cual no nos darán ni una jodida frase), del asalto al banco .
Pido perdón por anticipado pues varias veces me van a ver hablando en primera persona. Espero que a nadie se le ocurra pensar que me quiero dar cartel de nada, pero represento una pequeña fibra que descubrió, casi por casualidad su lugar en la tela tejida y logró reconocer alguna que otra fibra que por supuesto tiene más significancia que yo. Fin del prólogo.
Algunos datos personales a tener en cuenta para entender algunos hechos posteriores. Tenía en esa época  unos 24 carnavales, recién casado, con un bebé de meses, al que arrastré al exilio años después y que ya hombre pudo cumplir lo que yo no, y hoy volvió al pago donde nació para quedarse. ¿Ideología?. La que se desprendía de la iglesia protestante donde militaba, (ya se me escapó la palabreja). Obviamente anticomunista y anti todo lo que oliera a comunista y aproximaciones, que en  ese momento lo sentía como el olor del azufre saliendo del mismo infierno. Tenía también instrucción militar. Cabo de Reserva en el arma de Infantería. Que me sirvió varias veces para zafar de situaciones comprometidas. Mao decía que para vencer al enemigo hay que conocerlo mejor que a uno mismo. De modo que sin que fuera algo planificado, excepto por el dichoso telar, aprendí desde adentro como funciona el sistema. Conociendo algunos vericuetos  de la infraestructura económica a través de mi experiencia bancaria, de la superestructura ideológica a través de la iglesia y de la función reservada a las fuerzas armadas dentro de la estructura de clases de la sociedad. Por eso, y cuando el telar de la historia así lo quiso, cuando me encontré con un tal Carlos Marx no necesité de ningún catequista o partido politico que me diera línea y así es hasta hoy.  Pero volvamos a la anécdota que hizo disparar todas estas cosas.
Y que me hizo ver como en mi vida, la hilacha que conforma la tela de la historia, me he entrecruzado varias veces con la organización de los “fabricantes de baldosas” que hicieron el retiro en la agencia donde trabajaba a la sazón.
En la caja, ceo que por imposición del seguro teníamos un arma , calibre 38, que por supuesto ni tocábamos. El milico lo sabía y estando todavía enfrente de la agencia y ya pronto para iniciar el raje los muchachos. éste quiso echar mano al arma, pues la reglamentaria ya formaba parte del arsenal de la orga , para salir a enfrentarse con ellos, Automáticamente nos tiramos todos encima del milico que quería salvar en parte el haberse dejado desarmar y lo pusimos contra el piso haciendo una pira humana tal cual hacen los jugadores hoy día cuando se equivocan y meten un gol. Suerte, porque por un lado evitamos un tiroteo que hubiera quizás tornado en tragedia el sainete y porque observándola días después comprobé que tenía el cañón suelto con lo cual de haberla podido usar le hubiera explotado en la mano en el primer tiro. Al tiro cayeron los periodistas. No sé como lo hacen pero cayeron mucho antes que la cana. Nosotros pensamos que eran canas y prestamos declaraciones espontáneas respondiendo todas las preguntas. Recuerdo patente que ante la requisitoria de uno de ellos dije textualmente: “estos no son chorros comunes, son comunistas”. Mi intuición, que rara vez me ha fallado, acertaba otra vez. Del asalto en sí poco o nada más quizás algún detalle que ha quedado perdido por el paso del tiempo. Sólo recuerdo que el miedo duró varios días a pesar de que la vida siguió su curso normal. Aprendí también como funcionan los medios de comunicación. Al otro día nos enteramos leyendo El Diario que con titulares de cabecera de página afirmaba  que los empleados del banco habíamos reconocido a los asaltantes. Mentira total, pero había que vender diarios y eso vendía. ¿La verdad? No les importaba un carajo ni aún sabiendo que con la noticia podían ponernos en algún  riesgo.  No existía todavía la figura del testigo protegido y ellos jugaban irresponsablemente con nuestra seguridad personal. Pasó casi un mes para que los reconociéramos en realidad pero eso ya no era noticia y nadie, excepto la cana se enteró. Después de largas sesiones viendo fotos en los albumes en jefatura, donde dicho sea de paso encontramos a muchos  amigos de la infancia, un día nos citan a Inteligencia y Enlace y recién ahí pudimos ver los rostros de los “fabricantes de baldosas” decorando una pared. Recuerdo que nos citaron a la noche. Y mientras esperábamos ser atendidos escuchábamos gritos y lamentos al por mayor. Cuando no pudimos con la curiosidad preguntamos al milico a cargo de la guardia que eran esos gritos de dolor evidentemente. Sin mostrar mucha emoción nos contestó: ah, esos, son los que están cantando…. Fue la primera vez que nos topamos con la tortura Creo que ya andaba haciendo su trabajo Dan Mitrione. Era la primera vez que oíamos torturar a quienes andando el tiempo pude, parafraseando a Viglietti, pude decir y más que decir sentir aquello de “NO DIGO NOMBRE NI SEÑAS, SOLO DIGO COMPAÑERO”….En cuanto a nosotros después de haberlos reconocido, creo que firmamos una declaración y nos fuimos. En ese momento para nosotros terminaba el episodio.
Como dice el subtítulo pensaba que sería la última parte. Y se me presentan dos opciones: o la sigo en ésta hasta el final,  con lo que corro el riesgo de hacerla larga y pesada o dejo un cacho para otra entrega, que a pedido de una compañera no haré demorar. Hasta la próxima pues.

                                                                  CHE CACHO